A estas alturas ya me conozco lo suficiente como para saber que cuando el vaso ya está a punto de derramarse sólo necesito un poco de espacio.
Un «tiempo fuera positivo» que diría la disciplina positiva. Siempre me ha sentado bien para bajar los niveles de ansiedad y volver a calmarme. No necesito mucho tiempo, quizá con 10 minutos sea suficiente, pero necesito ese tiempo porque si no mi frustración sigue aumentando y entonces, como decimos en casa «sale la rabia».
Sin embargo, con niños pequeños esto es difícil. Un adulto entiende la frase «Déjame sola un rato, necesito mi espacio» como una forma positiva de poder calmarte. Pero un niño, creo que sólo se siente abandonado. A mi hija la mayor le pasa. Tú sabes que vas a estallar y necesitas echar mano de tu herramienta para calmarte, pero ella no lo entiende así. Así que, sigue insistiendo y sigue insistiendo.
¿Imaginas qué pasa después?
El grito…
Así que la pobre al final termina recibiendo justo lo que no quería.
Luego, sintiéndome super culpable le explicaba que Mamá necesita su tiempo para calmarse, que es su herramienta, como las que ella utiliza en la rueda de la ira y … bueno, ella lo entendía en ese momento, pero la siguiente ocasión volvía a pasar.
Conclusión. No servía para nada darle explicaciones porque no entendía el concepto del vaso a punto de rebosar.
Así que, pensé en una manera de que ella supiera de antemano que Mamá estaba a punto de sacar su rabia y que era mejor dejarla tranquila un ratito. Creé tres tarjetas de cartulina. Una roja, una naranja y otra verde. Le expliqué que la roja era la rabia. La verde era la calma y la naranja era la más peligrosa, porque era la que iba a hacer salir a la rabia haciendo que su madre estallara y gritara. Como habíamos leído varias veces el Monstruo de Colores utilicé sus mismos colores para cada emoción.
Una vez explicado, le dije que me pondría las tarjetas colgadas del cuello como si fueran un collar. Cuando ella viera que la tarjeta que estaba delante era la naranja, significaba que Mamá tenía que estar sola y que era mejor no hablarla hasta que la tarjeta cambiara a verde. Si no, Mamá cambiaría la tarjeta al color rojo y la rabia saldría. El objetivo era que ella pudiera identificar previamente cuando Mamá se estaba desbordando y poder así evitar llegar a la emoción negativa (rabia).
Funcionó perfectamente. En el momento en que empecé a sentirme desbordada, saqué la tarjeta y ella paró en seco lo que estaba haciendo y me escuchó. Volví a explicarle que Mamá estaba en naranja porque se estaba poniendo nerviosa y que debía tener un rato para calmarse. Ella asintió y me dejó sola hasta que ya cambié la tarjeta al color verde.