La teoría del apego
¿Alguna vez habéis oído hablar del apego? ¿Conocéis qué dice esta teoría? Hoy explicaré en qué consiste la teoría del apego y cómo aplicarlas con nuestros pequeños.
Podríamos definir el apego como un sistema de conductas y respuestas encaminadas a crear un vínculo entre el niño y el adulto. Esto se produce porque el niño necesita crecer en un ambiente que le proporcione seguridad para explorar el mundo en el que vive y afecto para desarrollarse como persona.
John Bowlby fue el primero en hablar de la necesidad maternal. Pudo observar que este vínculo comienza a desarrollarse durante la gestación del feto y continúa durante los dos años siguientes al nacimiento llegando a su punto más álgido alrededor de los 8 meses de edad. Sin embargo no se termina ahí, si no que sigue manifestándose a lo largo de toda la vida del individuo. Prueba de ello es que cuando nos sentimos impotentes en alguna situación desagradable o sentimos que ya no podemos luchar más contra algo, pensamos en volver con nuestra madre, quien tenía el poder de calmarnos con sólo su presencia. El vínculo del apego cuando nos hacemos adultos puede también derivarse en otra persona diferente a la madre o al cuidador principal que hayamos tenido. Pero siempre existe alguien que hace de figura de apego en nuestras vidas.
Pero ¿cómo se produce? Durante las últimas semanas de embarazo el cuerpo materno comienza a segregar el cortisol, que es la hormona del estrés. Esto es así precisamente para enfrentarse a un momento de enorme actividad física y psíquica como es el parto. Una vez el bebé ha nacido, tanto el cuerpo de la madre como del bebé segregan oxitocina regulando el cortisol a niveles más bajos. La oxitocina favorece en la madre los comportamientos maternales como son las caricias, los besos, hablar al bebé cuando llora, la lactancia materna, etc. Esta oxitocina permite que el bebé se adapte a la vida fuera del útero proporcionándole calma y seguridad en brazos de su madre. Por eso actualmente en los hospitales se fomenta el contacto piel con piel en las horas posteriores al parto.
Durante las horas y días posteriores, la madre desarrollará unas conductas que le permitirán relacionarse con su bebé de manera óptima. Si estas conductas permiten entender rápidamente lo que el bebé demanda y la madre satisface esa demanda, hablaremos del apego seguro. Está demostrado que los niños que han establecido un apego seguro con sus cuidadores serán adultos abiertos a relaciones íntimas y sociales equilibradas. Son adultos con mejor educación emocional y además suelen ser más felices e independientes.
Existen tres tipos de apego:
- Seguro: es visible cuando un niño es separado de su figura de apego y al reencontrarse se calma rápidamente y vuelve a explorar el entorno en el que se encontraba.
- Ansioso-ambivalente: demuestra conductas contrarias, por un lado quiere reencontrarse con su madre tras la separación pero por otro lado la rechaza mostrando conductas del tipo golpes, lloros constantes, gritos, pataletas, etc. Son niños inseguros pues no tienen confianza en su figura de apego.
- Ansioso-evitativo: son niños que no reaccionan ante la ausencia de la figura de apego. No lloran ni patalean y al regreso del adulto simplemente lo ignoran.
Quizá se pueda entender mejor en este video titulado “La Situación Extraña”. La investigación que muestra las imágenes estudia cómo se comportan los niños ante la ausencia de su figura de apego. No se trata de ver qué hacen los pequeños cuando sus madres se van, en cambio lo que interesa es estudiar cómo se comportan cuando su madre vuelve.
Como se puede observar tras ver las imágenes, el apego seguro es determinante en la vida del niño. Lo que llamamos mamitis, es algo natural y además sano para él. En la naturaleza del niño está ir separándose de su madre poco a poco y llegará el día en el que lo hará del todo. No tengamos prisa por hacerlo. Mientras tanto, sigamos criando a nuestros niños de la mejor manera posible. Todo tendrá su fruto más adelante.
Si lo que queremos es que nuestro hijo tenga un apego seguro deberemos de tener en cuenta lo siguiente:
- Tendremos que observar y analizar qué nos quiere decir el pequeño y después darle lo que nos pide. Por ejemplo, si tu bebé de año y medio está jugando con un puzle y no consigue que la pieza encaje, lo mismo viene hacia ti llorando. En este caso no necesitará un abrazo o que le distraigas. Probablemente lo que te está pidiendo es ayuda para encajar esa pieza.
- También es esencial adaptarnos a las características de cada niño, de su edad, situación etc. No es lo mismo un niño que otro, ni un bebé de 3 meses y uno de 12.
- Deberemos disculparnos cuando cometamos un error, pues eso no es signo de debilidad. Todo lo contrario, enseñamos a los niños que todos nos equivocamos y que podemos reparar un error.
- Tomarnos un momento para pensar ante la conducta que ha realizado el niño para poder decidir cómo actuar. No se trata de actuar con visceralidad, sino de pensar en lo que el pequeño quiere decirnos con una determinada conducta. Por ejemplo ante una rabieta puede parecer que el niño nos está retando, pero en realidad nos intenta decir que está cansado o que tiene hambre.
¿Qué te ha parecido este post? ¿Conocías la teoría del apego? ¿Qué herramientas utilizas tú con tus pequeños? Deja tus comentarios abajo.